Tarareaba en la ausencia. Arribar me hizo cantar. Y miro a cada esquina, con miedo y alegría, como un ciervo vulnerado.
En las notas de la palabra, inflexiones de la voz. Los agudos y los graves que secuestran y regresan.
Que si vuelvo, que si ando. Si me muero, si me voy.
Camino por el aire, y me ahogo en el desierto. Me asfixia tanta nada y en la opresión me libero.
Soy el sol, soy la luna, el cielo, mar y horizonte.
Cantaba y tarareaba, todo al mismo tiempo.
Por lo campos verdes, por los campos morados. Por los campos grises y azulados.
Coqueteaba con el risco y me acostaba con el vacío.
Nada más que un atisbo, de lo sublime del delirio.
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